13.1.10

experiencias de la intemperie


¿individuos monitoreados por circuito cerrado?
¿cuidar lo que no tenemos? ¿defender lo que no es nuestro?
¿hablar de rilke o del dasein para entregar la muerte propia a una prepaga?
¿hacer girar la ruedita de la jaula de los hámsters funcionales a un sueño o mandato?
¿buenos vecinos? ¿ataques de claustrofobia en los ascensores?

vislumbrar la intemperie nos devela que aún no habitamos.

llamamos experiencias de la intemperie a ese momentos en que se percibe lo endeble de nuestras construcciones.
en el cuento amor, de clarice lispector, el ama de casa que construyó cuidadosamente su seguridad, ve a un ciego y piensa yo podría amar a ese ciego y podría dejar todo por él.
ese ciego es el mundo, el riesgo.
todo eso que cuando andamos perdidos amenaza con develarnos.
la poesía misma, sin ir más lejos.


6 comentarios:

Insomne dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=12Z3J1uzd0Q

un abrazo

natalia dijo...

la intemperie, el lugar de la peregrinación
(no hay idioma para hablarse en soledad
no hay lengua para esa soledad)

Javier Galarza dijo...

INSOMNE: Hola amigo, gracias por el video, lo que uno quiera escuchar, pues.

NATI: Como escribió Ingeborg Bachmann: Como debo llamarme sin existir en otro idioma.

natalia dijo...

¿Como no morir en la ciudad?
¿Como no vivir en el intento?
Quizás la poesía sea la estepa
Quizás la poesía la estepa y la pregunta el idioma

Verónica E. Díaz M. dijo...

"vislumbrar la intemperie nos devela que aún no habitamos."

Yo vivo a la intemperie, no la vislumbro, ¿tiene otro nombre ese espacio? Vivo expuesta, desnuda en carne viva... ENDEBLE.

La intemperie puede ser un antojo, una adicciòn a una misma, a las profundidades que te puede llevar un viaje en un ascensor surrealista...

Ay Javier... còmo me pones a pensar... no me estès amenazando

Abrazos

Salmo dijo...

Querido Javier:

Ante todo, quiero agradecerte tu comentario en torno a la memoria de Auschwitz. Decirte -también- que me empapo del Celan que pintas en el espejo, porque es uno de los celanes más reconocibles de los que conozco, aunque a veces tus juicios sean temerarios, lo cual -dicho sea de paso- se agradece. Quisiera, finalmente, preguntarte sobre la que consideras la mejor traducción al castellano de su obra. Un fuerte abrazo.

Carlos
El Toro de Barro.

Pd.- Te dejo un regalo. Un regalo pequeño, humo negro en la noche...